domingo, 10 de agosto de 2014

PRIMERA PARTE: Capítulo Segundo: PRE HISTORIA PISQUEÑA: III.- Segundo período de las culturas de las Necrópolis de Paracas

III.- SEGUNDO PERIODO DE LA CULTURAS DE LAS NECRÓPOLIS DE PARACAS


Ocupémonos del segundo periodo de las culturas de Paracas, llamadas Pre-Nasca o propiamente dicho Necrópolis de Paracas.

Lo hemos advertido que para distinción en su estudio, el doctor Julio C. Tello considera como base las características de las tumbas, de aquí que a este periodo le asigne el de tipo segundo, por supuesto, sin dejar de describir el detalle donde se encuentran estos restos, de los que se ignora el número tal como sucede el primer periodo, pues, la mesura arqueológica es embrionaria todavía en el país; es decir que no se encuentra agotadas por el estudio de ellas, sino por el contrario, solamente tanteadas; las nuevas generaciones de arqueólogos podrán sistematizarlas, clasificarlas y realizar su trabajo integro en este emporio prehistórico, cuyos acopios para la historia va siendo mucho más importante y con ello, a medida que se destaquen comisiones con este propósito que significaría socabar las tumbas de nuestros antepasados más lejanos.

De este periodo encontrado en Pisco, en 1910, momias de regia indumentaria, se sabe que esas piezas fueron vendidas a coleccionistas de la provincia; asimismo se comenzaron a formar diversos lotes de antigüedades que fueron a los museos nacionales y extranjeros, pero se ocultó en forma muy disimulada el sito de donde eran extraídas, llegándose a saber e identificar el lugar una década más tarde y en 1925, el Museo de Arqueología de Lima, destacó una comisión de orden científico para estudiarla, siendo esta oportunidad la primera vez que se llevó a cabo el reconocimiento de la existencia arqueológica de Paracas.

Lo hemos dicho que la Península de Paracas de hoy, en una época muy remota, estuvo separada del continente, constituyendo una isla, se observa que poco a poco en el transcurso de los miles de años, el mar ha ido rellenando el canal que existía entre la isla y la tierra firme del continente; los descubrimientos arqueológicos revelaron en 1925, que en lo que había sido isla se comentaba una civilización, cuyas características eran muy distintas a las del Cerro Colorado del periodo de las Cavernas; efectivamente, ya por la disposición de las tumbas, y por los distintos utensilios, cerámicos y telas encontradas; pues, en la forma misma de enterrar los muertos es completamente diferente. Esto con muchas otras peculiaridades ha endilgado para que se le estudie separado del anterior periodo.

Vamos ahora donde se encuentran las tumbas del segundo periodo de Paracas.

(6) A kilómetros y medio de Cerro Colorado cruzando la garganta de Paracas (sequión) se alcanza la falda norte de la Península. Aparece ésta cubierta por la arena sobre la que se destacan, por la parte baja, las dunas y en la alta, las prominencias de rocas arcillosas. El mar ha dejado en seco el antiguo lecho en una extensión de kilómetro y medio que es la distancia que media entre la playa y la pendiente rocosa de la península, antes azotada por las olas.

En esta ubicación es donde se encuentran los restos del segundo periodo de Paracas; investigaciones minuciosas efectuadas por la Comisión del Museo de Lima, la lía fijado en una extensión de un kilómetro y en toda ella ha encontrado yacimientos de cámaras funerarias y otros edificios subterráneos, unos que parecen viviendas, y otras construcciones de carácter social o tal vez ceremonial de incumbencia en el culto de los muertos, al parecer del Dr. Julio C. Tello.

“Por otro lado, nada hace creer que en un sitio tan disimulado por el embargo que han hecho las arenas de viento constante (Paraca) que soplan en ese lugar, pudiera existir una población completamente sepultada, pero el indicio está en el pedernal obsidiana que en la superficie se encuentra, lo mismo que hileras de piedras dispuestas a lo largo de ese lugar desaojado por el mar; estas habitaciones parecen verdaderas viviendas, sin embargo sus características, marcadas, las distinguen de otras construcciones que inmediatamente detrás se dejan observar y constituyen patios o corredores y por último, grandes mausoleos paralelos a los anteriores conjuntamente con basurales que generalmente cubren las tumbas.

“Basta, pues para ubicar las tumbas del segundo periodo de Paracas, realizar sondeos sobre los basurales mencionados o prominencias de tierra orgánica o wacas que inmediatamente pone de manifiesto la tumba subterránea.

“Las tumbas divididas en compartimientos cuyas paredes tienen de treinta a cuarenta centímetros de espesor reposan por lo general, sobre la dura formación granítica que se halla a una profundidad que varía entre dos a cuatro metros. Piedras pequeñas angulosas, sargazo marino, palos, huesos de ballena y un barro de aspecto calcáreo que forma tortas como el cemento, constituyen los principales materiales de construcción”.

Se infiere que entre aquellos materiales de construcción y entre ellos aquello muy parecido al cemento de hoy, que los paraquences conocían sustancias de consistencia todo lo fuerte posibles como para conseguir duración en la arquitectura groso modo por ellos realizada, que lejos de ser simples guardaban la complicación impuesta por la necesidad de habitaciones destinadas a distintos empleos; se notan vestíbulos – dice el doctor Tello- construidos en un piso superior por el cual se da acceso al inferior por medio de una escalera, y de otras cámaras provistas igualmente de sus respectivos vestíbulos y que contienen un pequeño horno o cocina y un cántaro grande destinado quizá a la conservación de los alimentos y bebidas. Y además la hilera de patios que conducen a las cámaras funerarias.

El doctor Tello observa al deducir de sus investigaciones, que existe una unidad en las construcciones del segundo periodo de Paracas y dice “Una habitación provista de su respectiva cocina, un patio y una cámara funeraria, constituyen por decirlo así, la unidad estructural del vasto complejo de construcciones. Deduce por tanto que no se trata de viviendas propiamente dichas, sino más bien que todas esa complicación de construcción, está subordinada “al culto de los antepasados”; pues el hallazgo de los “cadáveres ricamente engalanados y de hornos” que revelan algún procedimiento con la modificación que se pone de relieve pues, a artificialización, como están dispuestos los muertos llevan a esa conclusión definitiva.

Refiriéndonos a las dimensiones que tienen las cámaras funerarias, que al decir de la investigación arqueológica, son imprecisas, se notan unas pequeñas en relación con otras grandes, los cadáveres están acomodados en superposición continuada como en el periodo de las wacas de los incas.

Pasemos a dar cuenta de la manera como se encuentran las momias de este segundo periodo de Paracas que tanto ha llamado la atención de los arqueólogos.

En esta clase de cementerios a que ha sido sometido el cadáver, es muy original. Mediante el plegamiento forzado de las extremidades y de la columna vertebral, se ha colocado la cabeza entre las piernas, las extremidades están fuertemente contraídas, las inferiores se cruzan sobre la nuca y las superiores sobre el pecho. Esta peculiar escisión de ovillo se ha mantenido mediante fuerte ligaduras y los espacios vacios han sido rellenados con los propios vestidos, obteniéndose así la forma esférica u ovoide de la momia”.

Como se ve este segundo tipo de tumbas con cadáveres así artificializados, no se confunde con las del primer periodo, ni con el posterior a ellas; el esqueleto depositado en canastos tapizados con pieles de cóndores y de zorro, han sido vestidos y así colocados allí. “Gasas y paños muy finos, adonados con figuras mitológicas y de vivos y armoniosos colores cubre parcial y totalmente la cabeza. Esta lleva, además de un turbante constituido por una larga faja tejida con primor que forma en la frente a uno de los costados una borla o roseta. Todo el cuerpo está envuelto en dos o tres mantos, uno de color azul con franjas rojas bordadas y los otros de diferentes colores ostentando figuras mitológicas y protegidas a la vez por una gruesa sábana de algodón.

Nada mejor para decirnos a las claras, que estos cadáveres han sido motivo de procedimiento a base de un rito y tradición entre los paraquenses y la muy posible cremación hasta hoy no alcanzada a descubrir con toda la veracidad de su importancia, pues estos muertos admiran por lo intacto como se encuentran.

Pero lo que más llama la atención que el fuego no comprometa las partes blandas, los huesos ni el cabello, cuya integridad contrasta con la masa carbonizada dentro de la que está embutida. El aspecto negruzco del cadáver recuerda el de las cabezas momificadas reducidas de los Jibaros”.

“Sea cual fuere la causa que haya producido este fenómeno, sea que se trate de una verdadera cremación o carbonización a fuego lento o por la acción de ciertas sustancias químicas, el hecho real es que se encuentran por vez primera los testimonios de un sistema deliberado de conservación artificial del cuerpo humano mediante un proceso de modificación basado en la disecación y el ahumado” –dice el doctor Tello y estando por el procedimiento de cremación, encuentra las pruebas básicas en la manera como el manto se encuentra adherido al segundo, es decir que el primero es rígido, lo mismo que a favor de esta probabilidad lo pone de manifiesto la presencia del horno conteniendo cenizas.

Así tenemos pues, que esta cultura del segundo periodo de Paracas, trasciende los límites que no alcanza la cultura del primero, y si las telas y la deformación craneal fue para estas ultima especialidad que nos lleva a rayar en admiración, mucho más convencidos estaremos del adelanto que llevaron las del segundo, sobre todo en el arte textil, si comenzamos por decir que los dos periodos de Paracas fundan su riqueza tan solo en sus grandes, riquísimos y suntuosos mantos pero digamos algo más sobre el segundo periodo; sus cadáveres tienen sus cráneos en forma cilíndrica denominada por los antiguos cronistas Saito o Aimara. “Junto a cada momia están los múltiples objetos de uso personal como peines, collares, hachas de piedras, útiles de costura y tejidos, varas ceremoniales algunas piezas de alfarería, platos corrientes mal cocidos y otros negros cuya cara interna está ornamentada con figuras de peces”.

Por eso al estudiar el segundo periodo de Paracas vamos a tomar en cuenta todas las minuciosidades de su proceso en el arte textil más lleno de verdaderas sorpresas por su técnica y habilidad a que llegaron los paraquenses que en el silencio y monótona en que yacen, una mano ocupándose de las preciadas joyas reclaman sanción benévola a fin de que se le reconozca para gloria de nuestro pasado convertido en un ascendiente cultural nada envidiable como el que alcanzaron las culturas de Oriente, que resultan muy por debajo del ingenio y presteza industrial; si nos fijamos, en suma, solo en sus peculiaridades, no bastaría un volumen solo, donde las lecciones de arte serían preclaras y radiante de enseñanza, de superioridad ingeniosa y dignas de conservarlas ante las manos de los ignorantes que muchos estragos han hecho en estas verdaderas reliquias pre-históricas. No mentiremos pues al ocuparnos en la forma que en este trabajo las tratamos de dignas, encomiables y justas en sus apreciaciones rotundas de citas y comentarios que han merecido por los especialistas de obras arqueológicas, aunque después de muchos años de admiración no servirán sino de reminiscencias; pero con todo, no podemos sostener ese proceso justisícimo que las preocupaciones llevan por ley fatal.

Las telas de Paracas cuyos empleos son pocos conocidos hasta hoy, pero que a similitud se clasifican en prendas de vestir y de verdaderos documentos perennizados para la historia de las culturas enmadurecidas al considerarla en sus verdaderos adelantos, reúnen en sí algo más que la consideración que le damos gracias a la pura casualidad que llegan a nosotros por miles circunstancias, las piezas arqueológicas de paracas las encuentran comenzadas, acabadas, y por principiar algunas otras y en estas condiciones en el envoltorio de los muertos, sabe el omnipotente, en la costumbre que tuvieron de adjuntar a los que reposaban, gracias a esto, podemos hoy estudiarlas desde su comienzo a su fin, como si ellas nos descubrieran una actividad hoy estática y que sólo la imaginación puede ponerle en la dinamicidad con que las manos ágiles y ponderadas en su habilidad de manufacturarlas; así vemos las materias primas empleadas, su preparación y las representaciones figurativas que más adelante observaremos.

Fueron los materiales para el arte textil de Paracas; el algodón, la lana, una seda vegetal –Agave Americano- cuya procedencia es ignorada, el cabello humano, etc.

Tratándose del algodón hallado en las telas de Paracas atestigua su empleo en el Perú a una era mucho más remota que en los pueblos orientales (7). “no hay duda que las muestras más antiguas de telas de algodón en el mundo se encuentran en las tumbas pre-incaicas descubiertas en el Perú”.

Y no solo conocían y cultivaban una sola calidad de algodón, apunta el autor mencionado: “...Existía uno con una fibra fina y bastante larga, entre 1 ¼ y 1 ½ pulgadas, de alto grado y excelente calidad; y otro era más corto, más áspero, más desigual y de color café rojizo” y quizá el más antiguo.

Ahora llevándonos de los trabajos y opiniones de los autores nacionales apuntaremos. Los fardos encontrados en Paracas pone de manifiesto el empleo  del algodón en su mayoría con una variedad y calidad (8). “Sorprende la gran cantidad de tejidos de algodón hallados en Paracas; se diría que la necrópolis almacenaron los productos de una industria textil al base de algodón que había llegado a su apogeo. Este hecho revela que el cultivo del algodón debió ser muy generalizado en los valles de la costa”.

La lana, otra de las materias primas de los tejidos de Paracas es el que pertenece a las llamas, wuanaco, alpaca, y el de vicuña. La calidad y variedad, siguiendo a Rebeca carrión cachot, “depende en parte del diferente sitio del animal de donde fué trasquilada, pues es sabido que según el sitio y la edad del animal, su lana es corta, larga, blanda, áspera y parda”. Es de advertir que se encuentran mezcla de ambas materias primas en los tejidos, lo que dice del conocimiento técnico que tenían los paraquenses al llevar al telar el trabajo de sus telas.

Después de haber observado las distintas materias primas usadas por los tejedores de Paracas veamos las prendas de vestir fabricadas con ellas, entre las que podemos enumerar: Mantas, Llautos, Paños largos y cortos y turbantes, exclavinas, faldas Anacos, Unkus y Wuaras. Todas estas piezas se encuentran con mayor o menor frecuencia, así también como en su cantidad no hay uniformidad en las diversas piezas del mismo fardo funerario, se encuentran formando juego de números variado. Estos son todos los elementos- que podemos decir se encuentran hechos a base de materias primas ya mencionadas, pasemos a ver otro aspecto con relación a los objetos que se encuentran en los fardos entre los que podemos considerar: fragmentos de varas de Wuarango, adornos con manojos de plumas, porras de piedra, abanicos de plumas, laministas de oro, ataditos conteniendo pinturas en polvo, cabelleras artificiales de pelo humano, collares de conchas, pieles curtidas, hondas de magey, canastos, alimentos como yucas, camotes, maíz.

En cuanto a los tejidos en la calidad de su arte alcanzado por medio de la técnica, Carrión Cachot dice: “El material textil de la necrópolis tiene una gran variedad de formas correspondientes a determinados procesos”...

Muchas consideraciones se han hecho con respecto a esta madurez alcanzada en los tejedores de Paracas (9) A este respecto es acertada la observación hecha por Kroelber, de entre las más antiguas culturas de la Costa peruana, el arte textil aparece siempre en estado adulto”.

Por nuestra parte después de haber hecho las citas correspondientes al estado tecnológico de los tejidos de Paracas, no debemos nosotros remontarnos más allá, ese campo es de la especialidad difícil de llevar a una conclusión investigativa, pero si preguntamos, debido a qué circunstancias se presenta en Pisco este arte cuya madurez se vislumbra el bordado, en la estampación al crochet y sus representaciones figurativas con la clase de hilos clasificados según la torcedura y en las urdidumbres que más frecuentemente se hallan, sobre todo en la indumentaria singular de este pueblo que no encuentra parangón en el mundo dado a la cultura que por medio de ello demuestra.

(10) “En Paracas se encuentra todo un mosaico de modelos tecnológicos. Tejidos de técnicas a trama y urdimbre, como telas de tipo llano, tapicería, telas de tipo cruzado, telas dobles, tela de tejido “muestra” tela de tejido envolvente y gasas, tejidos simples, como redes cruzadas, punto de aguja, de medio enganche, y tejido de técnica super estructurada”.

Enumeremos las telas bastas de hilos gruesos no torcidos o con pocos torcidos, constituidos generalmente de una urdimbre básica con hilos que casi no han sido torcidos, no sucede así con la trama que demuestra haber sido bien ajustada en su torcedura; generalmente con esta clase de tejidos existe, los paños llamados Bastas cuya dimensión es larga y se emplean para el doblado dentro del os fardos funerarios; lo que es de advertir en éstas telas, es que muchas veces los hilos de la urdimbre y trama se encuentran tan completamente unidos que se hacen una fuerte torcedura al extremo de formar una especie de impermeable, conociéndos con el denominativo de lonas; otras veces son completamente flojas los entrelaces del hilo de la urdimbre y los de la trama, el tejido es en esta condición, delgado.

En los tejidos finos que constituyen; las esclavinas, mantos faldas y otras prendas de algodón, los hilos son variables, según el grosor, son tupidos o rala, ellos son muy corrientes y los colores con que se presentan: blancos, crema, teñidos de color café o verde obscuro.

Ocupémonos ahora de las telas llamadas crepé. En las Necrópolis se encuentra esta clase de tejido abundantemente y se nota el gran desarrollo que llegó a tener; en los tejidos están más tesados que otros, muy finos dejando espacios claros o luces, siendo su color blanco o crema, de variada dimensión y están ornamentados con franjas bordadas, angostas y de color rojo. Han sido fabricados en telares pequeños a deducir de su extensión que no pasan de 3.10 x 0.80 ctms. Y los más grandes están constituidos por la unión de dos pequeños por medio de una costura menuda, éstos compuestos o dobles paños son muy raros. Al deducir de su naturaleza diáfana deben haber servido para turbantes, pues se les encuentra en los moños de los fardos funerarios.

En el tejido calidad crepé se realiza el llamado bordado que por la técnica alcanzada en el segundo periodo de Paracas se puede decir lo hicieron en capacitación máxima.

Por su trama y urdimbre parece que sirvieron mejor para el bordado que para otro cualquier tejido donde se podía estampar figuras, pues se encuentran mantos, esclavinas, faldas con base de crepé bordadas: son de hilo fino como tules, listadas por los hilos de diferentes colores. También se encuentra telas dobles con tejidos de estilo gasa que parecen formar parte del tocado, con sus colores azul marino, fresa y las figuras ornamentales son geométricas.

Los tejidos delgados como de uno sola destinación, tirantes o algunas piezas de seguridad son fabricados por diversos trenzados. La tapicería es relativamente rara, solo aparece en los cintos y autos.

Otras clases de tejidos que se encuentra frecuentemente en Paracas; los de puntos a tres dimensiones, forman las franjas que adornan los paños finos, y sus motivos ornamentales son figuras diversas, aves, flores, semillas y figuras humanas.

Con respecto al bordado podemos agregara que existen diferentes puntos, bordado de punto atrás, bordado de punto en cruz, bordado de punto medio.

El primero es el más común y su proceso de realización consiste; en que “el hilo bordado coge dos hebras de la trana de la tela básica pasa por encima de la cara de la fábrica, dejando libre dos, cuatro o más hilos de cuyo número depende la mayor o menor longitud de la puntada; el punto va en sentido vertical y el revés de la fábrica aparece formando costillas en los sitios donde coge la trama. Hay muchas prendas cuyos bordados parecen toscos por que la puntada larga ha dejado los hilos muy sueltos, como sucede con ciertos mantos de color azul o verde con ornamentación del tipo aquel denominado “inscrito” (11).

Los otros dos puntos mencionados son menos frecuentes pero se emplean en mantos, faldas y esclavinas.

Existe un tejido como el moderno, se emplea en forma de cadena y sirve para unir las uniones de los paños o mantos.

En aquellas telas halladas sin acabar o recién principiadas se ha podido descifrar el bordado de las figuras, conociéndose de esta manera el proceso de su trabajo técnico. Reveca Carrión Cachot dice al respecto de las figuras bordadas lo concerniente a su manera de realizar el obraje: “primero la silueta de la figura y la delineación de sus diferentes partes está trazada mediante un hilván con puntada atrás, hilván que generalmente es del mismo color de las telas en la que está aplicada la figura, segundo los colores que debían llenar los campos limitados por los hilvanes, está indicado mediante, en el centro de cada campo mediante el hilo de color correspondiente; anudado en el propio sitio; y tercero se rellenan con bordado los campos, pero llenando primero todos los espacios que llevan el mismo color”. Un manto hallado y por terminar en algunas de sus figuras lo mismo que de otras ya acabadas, ha dado una verdadera idea del proceso del bordado de las figuras de las Telas de Paracas del segundo periodo.

Tratemos ahora de la ornamentación. La impresión que de primer momento causan las telas de Paracas es debido a esta ornamentación, suma del más significativo aspecto, no solo para quienes conocen dentro del arte de la cualidad ingeniosa, sino observando muy de cerca el valor del tejedor de Paracas; sus figuras, la representación inspiran un buen gusto para el ojo que profanamente las ve, nada puede restar a la verdad que los tejidos tan bien ejecutados llegan hasta nosotros como joyas en todo orden de consideraciones; son más bien lienzos al parecer pintados; las grecas, rombos, zigzag de los mantos suntuosos paraquenses, bordados en realidad, fuera de los procesos tecnológicos, no encuentra parangón.

En cuanto a la tela básica donde se ha realizado el bordado son bien sobre el fondo o tela básica, ya en un fondo especial sobre una pantalla, cuando se trata del fondo de la tela, o sobre bandas, cuando se trata de la ornamentación  de las franjas, da motivo a su clasificación en dos grandes grupos; existen figuras de otro grupo, la de los trazos filiformes, esquemáticos con puntada de cordoncillo acompañado de colores diferentes, de ciertos detalles representativos, parecen trabajos de pirograbados, tan frecuentes en los mantos encontrados en las necrópolis.

Veamos las ilustraciones del trabajo de Reveca Carrión Cachot en las figuras 8 B, G, H, I; fig. 7 E, G, H.

Y A,B,G de la figura 9 que aparecen en dibujos gruesos en sus líneas son del tipo de los pirograbados.

Después tenemos las figuras de dos colores marcados respectivamente: uno en el cuerpo y otro en el interior, sin limitación de las partes a excepción del contorno de los ojos de la boca.

Pertenecen a este grupo los felinos inscritos. Así llamados por el Dr. Tello.

También existen dibujos en los cuales los espacios limitados por los trazos filiformes han sido llenados por un sólo color, sin limitación de las otras partes de la figura.

Y por último dibujos completamente diferentes, diferenciados de colores que las partes morfológicas o de la indumentaria son marcados; estos dibujos pertenece al arte pictórico en su apogeo.

La figuración de las telas de las necrópolis se clasifican, para su estudio, en dos grupos: una figuración rectilínea y otra curvilínea. En los primeros están los felinos de representación convencionalizada, ellos tienen variados complejos, imprimen un sello especial son blancos o azules, verdes con manchas rojas, “en la elaboración de estas figuras entra un limitado número de colores, predominando el verde, azul, amarillo oro y el sepia”.

Se nota un parentesco en la representación de felinos, en la cerámica del Callejón de Huaylas; la analogía tanto en la silueta como en las partes componentes son claras. La posición de los felinos es de pie, vertical, sentado, las caras antropomorfizadas miran de frente, el cuerpo está en un sólo perfil, tienen apéndices cefálicos, se desprende del rostro, del cráneo; la piel representa discos pupilares o rectángulos; tiene además felinos inscritos y en cabezas humanas o animales terminan los apéndices cefálico como caudales; las figuras tienen motivos ornamentales aislados o entrelazados y van en los mantos en sus bordes decorados, en las franjas o listas transversales y los apéndices forman como serpientes éstas parecen derivar del felino; los motivos aislados, asemejan a un gusano o centípedo cuyas tijeras, lengua o aguijón, patas anteriores o posteriores son en forma de anchos o triángulos o transformados en diversas figuras minúsculas. El cuerpo adornado con una línea, representa al aparecer, manchas en el dorso; otras veces son ondulados estos cuerpos en ángulos abiertos o rectángulos. Se notan que los gusanos son bicéfalos encadenados en pares formando verdaderas grecas elegantes en el manto. Fig. 9 G, H, I, J.

Por último, hay otros de motivos elípticos en el cuerpo recuerdan el pedículus de la figura 9 F.

La figura rectilínea representando aves, no son tan claras, tienen sus partes indefinidas, las alas son triangulares, de dos cabezas y dentro de los triángulos delas alas hay otras aves; este motivo constante en telas policromas no sufren modificaciones.

En el segundo rodean o grupo de figuración ya dijimos están las representaciones de contornos curvilíneos y entre las muchas existentes por su maestría en su trazado, constituyen verdaderas complejidades y artificialización en su ejecución en la forma que más ya dan la idea que pensar enfáticamente que podrían ser esas culturas las que trabajaran maravillosamente en sus osamentas primorosas; -seres fantásticos, mitológicos, representaciones realistas de peces, reptiles y aves; y sobre todo en la antropomorfización, no hay nada en el arete antiguo de bordados en telas que pueden equipárseles; sin embargo, en la analogía con la cerámica Nasca hace pensar de que se trata de una contemporaneidad; pero justo es el abismo que los separa y de mucha probabilidad que tanto el primero como el segundo periodo de Paracas es anterior a la cultura Nazca.

Algunos detalles de las representaciones, por ejemplo de los peces especificaran las particularidades de la cultura Paracas del segundo periodo. El pez raramente tiene todas sus características puestas de relieve en el bordado, parece que la idea matriz corresponde a un signo de teogonia, de aquí los atributos consiguientes y la semejanza de sus extremidades y la cabeza humana figura 11. Otras veces estas representaciones parecen tener cierto poder sobre el que los contemplara. Trofeos de guerra, víctimas de sus hechos, llevan en las manos como cabezas humanas; de la cabeza propiamente dicha la representación, salen centípedos.

Sus posiciones son de pie o en el aire como si velaran, figura 11 C en esta forma estos peces están humanizados.

En la serie de los reptiles se observan que sus representaciones no son reales, sino que hay modificaciones tal se ve en la figura 11 D.

En la serie de las aves se observan representaciones realistas como en la figura 11 E; aves marinas muy bien delineadas como en la F de la misma figura.

Otras como la representada en la figura 11 I, una lechuza, la del tuho H, cóndor J, etc.

En la serie de los mamíferos abundan los felinos, zorros; figura 11 L y vicuñas en O; gatos en N de la misma figura 11.

Algunas van acompañadas de atributos de la agricultura, por ejemplo en L el cuerpo está adornado por semillas como el pallar; otras son representaciones complejas por la multiplicidad de ellas, pero secundarias.

En las figuras antropomorfizadas se notan unas pequeñas lineales o pologonales, desnudas: según el doctor Tello vienen a ser la personificación de poderes naturales relacionados con la germinación de la semilla figura 12 A; llevan en las manos varas ceremoniales.

Se notan otras figuras humanas encorvadas, medio desnudas, sólo con faldas, la cabeza adornada de figuraciones múltiples, llevan en las manos abanicos o varas ceremonias y prolongaciones de los cabellos que vienen a ser serpientes en actitud de ataque, pero lo que más llama la atención, es que son, al parecer cuadrumanos. Fig. 12B.

Por último, figuras francamente humanas con atributos con indumentaria como falda, esclavina, túnica, unku, turbante figura 12 E,F, G, H, J, I, K.

Referirnos al ritmo de las figuras representadas, es completas el estudio propuesto sobre las telas de Paracas, ello vendría a marcar un nuevo voto de consagración a estas rematadas obras de arte.

La armonía es tal, que jactárseles de matemáticos fabricantes, no sería darles un título del que se encuentran muy lejos; pero en verdad que las figuras distribuidas son obra de proporción matemática; así tenemos que la figura no se excede al tamaño del paño que lo contiene, sino por el contrario, según él, es su proporción; muchas veces forman juego su distribución, ya se trata de una sola figura repetida multitud de veces, o muchas figuras, guardan en las franjas bandas marginales, distanciada precisas; las figuras en su posición armoniosa tienen a novedad del motivo que dice del detalle que primero debió concebirle el tejedor, para después ejecutarlo.

“Una sola característica el arte decorativo de Paracas es la repetición de un solo motivo; a veces hasta 250 figuras en una sola tela”:

¡Qué diremos de la simetría de las figuras? Las telas  de Paracas a este sometimiento geométrico, bien lejos de su existencia en ese entonces de los pueden responder. Parece que la línea imaginaria que pasaría para dar el corte de las dos partes, guarda un punto concebido por el artista paraquense, de aquí que salga el trabajo justo y preciso.

Ya por los detalles descritos de la técnica en los estilos de los tejidos, estamos enterados de la superioridad que alcanzó la cultura del segundo periodo de Paracas y en ella la cultura pre histórica de Pisco. Ahora ocupémonos de cuáles fueron los empleos de las telas encontradas conteniendo un arte acabado. Y de primera intención se le asigna el que hayan servicio para la indumentaria antes que para otro empleo cualquiera, es pues en este sentido que las estudiaremos.

Se notan como prenda de vestir: el manto, la esclavina, unku o túnica, Wara o pañete, yacella o paño grande, paño largo o turbante, ñañaka o pañuelo y el llauto.

El manto es la pieza de la indumentaria mejor definida, se emplea como una capa descansando en os hombros y cubriendo hasta muy cerca de los tobillos; hay mantos llanos de algodón; adornado en la variedad de ornamentaciones marginales, parte media, ángulos sencillos o dobles en sus ornamentaciones, sus dibujos en chequiado o con dibujos sueltos, Fig. 15 E, H.

Y por su estilo variado en su técnica colores y disposiciones de figuras realistas antropomórficas, zoomórficas, y de personajes mitológicos; nada resta a esta prenda de vestir, es pues la más acabada y extensa que no alcanzan a comparárseles.

La esclavina es un pañito de 0.65 por 0.45, con una abertura media lineal de 0.30 cmts. Con cordones insertos en los ángulos; tiene abundancia y diversidad de colores en sus adornos y resultan fascinantes; su empleo fué cubrir los hombros y el torax y se suponen que guardaban cierta relación ceremonial con el manto, figura 16.

El Unku o túnica, está constituido por dos paños unidos por los bordes con una abertura destinada a los brazos, algunos llevan flecos en la abertura destinada a los brazos y no dejan de tener ornamentaciones y colores vistosos, Fig. 18.

La falda es un paño rectangular, tiene una franja ancha de ruedo y otra del mismo ancho a lo largo de uno de los lados, dos tirantes con grandes borlas, se empleaba amarrada al rededor de la cintura figura 19 D.

La wara, es otra prenda de vestir, rectangular, provista de dos tirantes, no lleva ornamentación alguna, en el centro, sino lateral; su uso estuvo restringido a cubrir la parte genital tanto en las mujeres como en los hombres, figura 20 D. Siendo algunas de estas prendas rectangulares.

El anaco, es una pieza rectangular provista de cintas en sus cuatro ángulos y tan igual en su uso como actualmente no tienen los serranos del Perú.

Ñañalca, es un pañito generalmente tejido en gasa fino, cuadrado, semeja un tul, se le encuentra cubriendo la cabeza artificial de los fardos, sus dibujos son geométricos fitomórficos, y la guardilla formando florecillas.

El turbante es un palo largo rectangular, de algodón y provisto de franjas bordadas, angostas, laterales de color rojo, es la prenda de vestir que cubre la cabeza en los muñecos de los fardos funerarios de Paracas. Fig. 21 A.

Descrito el primero y segundo periodo de Paracas, cultura netamente Pisqueña, la Arqueología viene a regalarnos el más preciado tesoro que debemos guardar para enseñanza de las generaciones venideras. Nuestra época pre-histórica es pues, singular comparándosele solamente en el Perú la escultórica de Chavín en el norte, la que forma el mejor punto de partida en la remota ascendencia y viene a conjugarse con la época incaica en esa parte; lo mismo que en Pisco, cuyos hechos históricos se acumulan formando una verdadera gama y engranaje de las ruedas sobre las que el tiempo se desliza desde la era primordial a nuestros días.



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