domingo, 10 de agosto de 2014

PRIMERA PARTE: Capítulo Segundo: PRE HISTORIA PISQUEÑA: II.- Cultura Paracas

II.- CULTURA PARACAS


  Ya lo he apuntado (4) en la segunda década del siglo veinte de la arqueología peruana con sus investigadores no había llegado hasta los tesoros escondidos de Cerro Colorado; “Necrópolis de Paracas”; y en esta forma todo artículo, capítulo de libros de historia nacional en su parte prehistórica, no considera sino las ruinas en el sur del litoral; Nasca en el departamento de Ica; efectivamente se le denomina cultura pre-Nasca, su cerámica estudiada por extranjeros y nacionales se manifestaba singularísima, algunas que otras telas halladas hacía suponer una procedencia en incógnita.

  Si bien es cierto que los arqueólogos ignoraban la existencia de Paracas; profanos o huaqueros la conocían y en forma muy solapada extraían cuanto podían de las ruinas, algunos curiosos en la provincia de Pisco, Domingo Cánepa, habían realizado colecciones de tejidos y cerámicas de esa procedencia, lo dice el Dr. Tello que en un viaje que hizo al departamento de Ica en 1921, pude saber que existían ruinas y por la rareza de los objetos extraídos, merecían importancia estudiarlos.

  Parece que el arqueólogo peruano fue la primera vez que tuvo la más auténtica y probable noticia sobre Paracas; pero sus estudios en las ruinas pre-históricas pisqueñas los realizó cuatro años después, en la misión científica a nombre del Museo de Arqueología Peruana de Lima.

  Desde esta fecha, 1925, la Península de Paracas, en Pisco, se convirtió en un centro de investigación arqueológica; las luces proyectadas a los descubrimientos hechos en el litoral, fueron de consideración, el Dr. Tello complementó sus teorías e hipótesis y al deducir de sus estudios, las culturas de Paracas aseguraban una edad mucho más remota y lejana a la que se había conocido hasta entonces en el Perú, se igualaba a las culturas de Centro América cimentadas con mayor antigüedad en el Nuevo Continente. Esta es la historia del hallazgo de un tesoro tan apreciado como hoy se han vuelto las ruinas de Paracas, pero su comentario de multitud de trabajos de investigación a que ha dado motivo, en esta monografía, constituirá por si sólo al capítulo asignado a lo pre-histórico; por si sólo un grueso y más que ninguna parte de este trabajo, extenso capítulo, acaso hay que dejar de lado primero los tres periodos que son en sí tres cultura locales, cada una de ellas bien caracterizada en el detalle de sus diversos objetos que han sido encontrados, partiendo de sus telas, en las que hay que considerar el material textil, técnico, ornamentación, figuración y en estas últimas el trazado geométrico, que más le caracteriza; representación zoomóreficas, antropomórficas, coloridos y ritmo cromático, y por último el empleo de las telas como indumentaria; la técnica en él empleo de los colores extraídos de vegetales o minerales; el estudio sobre los tres periodos que su importancia fue motivo para desarrollar una conferencia en el XXII Congreso de Arqueología Americana reunido en Roma en 1926 en el que el doctor Tello expuso consideraciones sobre lo que por primera vez pasaba  la luz de sus ojos como versado en esta materia de ciencia tan nueva en América, y hizo ver la técnica del procedimiento sobre la momificación de Paracas, la conservación de los cadáveres y la sospecha de disección por cremación, la deformación craneal y la trepanación de cráneos que pone de relieve la existencia de un centro de avanzada cirugía al grado más alto y de sorprendente resultado ya que se notan que los individuos operados siguieron viviendo y tal vez murieron de otra enfermedad pero no a consecuencia de esa operación hoy llamada de alto cirugía. No son menos importantes los objetos de plata, oro y barro que por su artificialización asumen una consabida estimación. Y por cierto no se ha dejado de estudiar el medio topográfico y la clase de alimentación de estos elementos constitutivos de las culturas de Paracas.

  A exponer el doctor Tello su estudio sobre estratos culturales de Paracas señala tres periodos, el primero bautizado por él con el nombre de Cavernas de Cerro Colorado; el segundo Sarcófagos o Necrópolis de Paracas y tercero los Cementerios de la Untilla y la Waka Blanca y sección alta de Paracas; bajo estos tres periodos, se desenvuelven los paraquenses en forma tan maravillosa, que a la actualidad posteriores estudios no han encontrado argumentos para salirse de esta moldura definida por quien la patrocinara en el trazado científico y en el campo de la arqueología peruana.

  Para poder hacer su exposición científica el doctor Tello se basa en las tumbas, es decir en la manera de enterrarse estos grupos humanos desaparecidos. Cronológicamente al primer periodo llamado de las Cavernas de Cerro Colorado o Proto Nasca, son muy remotos y de una antigüedad anterior a las culturas Mochicas en el Norte y Nasca en el Sur. Y por nuestra parte diremos que efectivamente el terreno de Paracas geológicamente es de procedencia arcaica, la roca lo demuestra, hoy sufriendo por los agentes físicos de erosión, se dejan notar en su cristalización y morfología, “son esas colinas redondeadas por el tiempo de miles de años, pero el pórfido rojo, el ripio granate producida por la fragmentación metamórfica de roca eruptiva, inmediata a la roca, el arenal y capas de arcilla fosilífera al pasar una especie de garganta, tal vez canal que separaba, la península del Continente, en otra época y a una distancia de veinticinco kilómetros del sector poblado “La Playa” se encuentran las mentadas ruinas prehistóricas pisqueñas”.

  Más de cincuenta tumbas-cavernas y de las que han sido exploradas no más de cinco; y el material extraído es tan abundante que ha bastado para reunir en el Museo de Arqueología Peruana de Lima una sala verdaderamente suficiente como para causar admiración a los que la visitan. Sin embargo, hasta ahora no se ha constatado, el área que ocupen las tumbas de este primer periodo, lo que hace suponer que con sus riquezas de novedades arqueológicas, podríamos formar verdaderos museos de este sólo periodo.

  El doctor Julio C. Tello no las describe: “Eliminando la capa de arena de la superficie, aparece pronto una delgada de caliche (cascote). Separando esta se presenta una construcción cilíndrica de piedra hulpa, de 1 m. A 1.50 m. De diámetro y cerca de dos metros de altura que sirve de entrada al vestíbulo a la caverna y que está rellena de arena y contiene a veces cadáveres y aun otra capa de caliche, que es necesario romper para alcanzar la boca de la tumba, la que comunica con un tubo de 3 metros de largo, que conduce a la propia cámara funeraria. El terreno duro donde ha sido trabajada la tumba presenta tres capas diferentes de arcilla; la superior de consistencia compacta 2 m. a 3 m. perforada por el tubo y la inferior grumosa o felpada donde se ha formado la caverna propiamente dicha. Tiene esta un alto aproximado de 1 m. a 1.20 m. y de un diámetro máximo de 3 m. a 4 m. en las paredes del tubo aparecen unas hosquedades o peldaños que facilitan el descenso de la tumba, y en las de la caverna, casi a nivel del suelo, hay unas depresiones o nichos ocupados por los muertos”.

  La descripción cuya exactitud identifica estas clases de tumbas pueden dar una idea del sistema deliberado conocido por los que habitaron las cavernas de Paracas; eran verdaderos mausoleos, dando el sentimiento de unión hasta en la tumba, lugar de reposo eterno, lo manifestaban a toda luz y al estudiarse etnológicamente demuestra pertenecer al mismo grupo.

  En estas tumbas el número de cadáveres es de “30 a 60; de niños, hombres, mujeres, colocados en los nichos, en el suelo, superpuestos y aun a lo largo de tubo, hasta alcanzar la boca superior del cilindro” al que nos hemos referido al hacer la descripción; como cierre de esta tumba tiene una tarima o techo formado con costillas de ballena y petates.

  Al deducir de los esqueletos encontrados, quienes habitaron las cavernas de Paracas, tuvieron mediana estatura, de constitución física no muy robusta, de desarrollo muscular relativamente pobre”. “Tienen todos el cráneo deformado mediante un procedimiento que le imprimía una forma característica; la coniforme” Esto ha servido para establecer el mejor indicio que todos los cráneos así deformados son del primer periodo de Paracas; el investigador ha encontrado cierta huellas en el cráneo, revelan que padecieron de una enfermedad que motivaron el consiguiente tratamiento quirúrgico.

  En cuanto a su alimentación de este grupo cultural, se nota tuvieron “abundantes recursos alimenticios, no solo de origen marino, como peces, conchas y tal vez algunos mamíferos, sino y especialmente de origen agrícola, como granos raíces diversos. Y lo que es más interesante, lograron conservar la carne mediante procedimientos especial de disecación y antisepsia.

  Todo esto está indicando que este estrato cultural había transcurrido bajo la insignia del adelanto y evolución, puesto que la diversidad de alimentos, conservación de ellos, lo manifiestan que n solo vivían del mar, sino que labraban el suelo y advertían la época de escasez lo que le hacía recurrir a conservar las carnes a fin de salvar y en espera que pasara esa ráfaga mala y viniera el sol de la cosecha.

  Los habitantes de las tumbas cavernas de Paracas manifestaron sus actividades artísticas, tal vez para ellos industriales o de necesidad material o espiritual, las que estamparon en la plástica arcillosa o en las telas de su propia indumentaria, representando en la cerámica motivos realistas, copiando la forma de los frutos y instándolos con colores vivos, gruesos y resongonia de tinte verde, amarillo canario y negro; representan personajes mitológicos “que en la cerámica de la región de Nasca, constituyen la ornamentación fundamental”. Es de advertir que la alfarería no es tan primitiva como la Arcaica del Callejón de Huaylas, ni tan artística como la escultórica de Chavín, de la que procede o con la que tiene intima conexión filogenética y aquella arcaica andina que el valle del río Grande se denomina Pre-Nasca”.

  Si en el arte cerámico sus características son especiales en los estilos del arte textil, son de mucha más singularidad, sus representaciones sus clases de tejidos, su material empleado, abundan en la diversidad y maneras de utilizarlas.

  Citemos una síntesis de la Tesis del Doctorado en historia presentado por Rebeca Carrión Cachot; titulada: “La indumentaria en la antigua cultura de Paracas”

  En esta clase de estudios donde se pone de relieve la especialidad de la autora del trabajo tan interesante, no se deja de vislumbrar el aporte técnico al estudio a que se hacen acreedores los distintos restos arqueológicos de Paracas. Las telas “por cebadas casi intactas, gracias a la sequedad del clima y del terreno, al calor ardiente, y a la renovación permanente de la atmósfera por las fuertes corrientes aéreas”. Y esas son las causas que las telas de Paracas hayan llegado hasta nosotros el efecto traducido está en el “Material abundante y bien conservado que permite estudiar, en conjunto y en sus diferentes piezas componentes, la vestimenta de uno de los pueblos más antiguos y más notables de la Costa peruana”.

  Sin duda alguna la autora no miente al expresarse sobre las telas de Paracas en la manera como lo hace; Paracas lo hemos dicho, sorprende en la clarividencia, expuesta por los paraquenses en los telares cuya características trazaban el límite de las suposiciones de adelanto a que llegaron otras culturas en el litoral patrio; basta exponer sucintamente el comentario de los trabajos realizados por Rebeca Carrión Cachot y abarcar el contenido exacto del valor de las telas de Paracas en Pisco.

  “El estilo de los tejidos de Paracas es característico por la peculiaridad de su técnica, por la riqueza de su colorido, y por el carácter representativo o figurativo de su ornamentación”.

  Y si los estilos paraquenses hacen pensar en los industriales de hoy que no son sino imitadores lejanos y cuya técnica les es difícil alcanzar pues que en cuanto en los colores empleados son variados y forman una extensa gama cromática. “En gran parte de las telas se constatan hasta dieciséis tonalidades diferentes”.

  “La ornamentación es, igualmente, variada y múltiple, gracias a la libertad que tuvo el artista para representar figuras complejas mediante el bordado ejecutado con hilos de diferentes colores, con igual libertad y maestría con que el pintor de Nasca con su paleta y su pincel, estampó sobre la superficie pulida de los cántaros, las más complejas y fantásticas figuras. A esto se debe que los tejidos de Paracas sean verdaderas obras históricas y artísticas: históricas por las enseñanzas que las representaciones reales y fantásticas, ofrecen para el conocimiento de la vida real y religiosa de los antiguos peruanos; y artística por la disposición sistemática y armoniosa de los elementos que constituyen las figuras individuales, así en las partes estructurales como en la distribución de los colores, y por la disposición igualmente armoniosa de las figuras en grupo o series rítmicas que adornan el fondo de los lienzos y las franjas”.

  Lo hemos dicho que en Paracas se definen inconfundiblemente tres periodos, el primero de las Cavernas, cuyos telares y cerámicas los describiremos sucesivamente. En cuanto a las telas del primer periodo diremos que la materia prima de ellos es el algodón, abundan en cantidad que constituye por sí mismo, el único material; la lana es rara aparece con algunas túnicas listadas gruesas que más bien parecen pertenecer a periodos posteriores muy semejantes a las usadas por los andinos. El algodón es blanco y leonado, su fibra es larga y resistente; en los tejidos mantienen su color y teñido de celeste, rojo ladrilla, amarillo oro, bruno café, rosado y verde claro. “De estos colores nos ocuparemos en capítulo aparte”.

  La paja, totora, junto son los materiales con los que se tejen petates, tapetitos, esteras y canastas, lo mismo que cestos de costuras, todos estos de empleo de objetos domésticos y para proteger cerámicos de delicadísima fragilidad.

  En cuanto a la técnica o “fabricación en las cavernas existen numerosas ilustraciones de las diversas modalidades o tipos tecnológicos del arte textil, en general de un predominio de la gasa. “Así hay telas bastas gruesas, tejidos listados, compuestos dobles, tapicerías, telas bordadas, telas labradas, telas transparentes, tules o gasas, redes, mallas o tejidos de punto”.

  Siguiendo el detalle con que son estudiadas las diversas telas se encuentran telas Bastas fuertes, resistentes por sus hilos gruesos y textura simple.

  Los tejidos listados son de algodón y lana. Los colores empleados para el fondo son dos; blanco y café, y para las listas, diversos colores, siendo los más comunes el celeste y amarillo y un café casi negro. Este tipo de tejido es el de las túnicas o Unkus.

  También pertenecen a este primer periodo los mantos bicromados o paños ornamentados cuya multiplicidad de significado expone un adelanto en la concepción de representaciones y la más grande ornamentación que se puede encontrar en estratos alguno cultural de nuestro litoral.

  A estos mantos se les llaman las telas compuestas doble y las características tanto en su representación como en su figuración Rebeca Cachot, describe así:

  “Son dobles, de algodón, de dos tramas y de dos urdimbres, trabajados en colores contrastados, siendo los más comunes: celeste con blanco, café con blanco brunáceo, y bruno obscuro con rojo ladrillo. Están ornamentados con dibujos de gran tamaño formados por la atracción hacia una de las caras de la fábrica, de los hilos de un color, y hacia la otra cara, de los hilos de color opuestos”

  “Las telas transparentes son de textura fina; está fabricados con hilos de color, de algodón, muy delgados y torcidos”. Figura 1.

  El tejido es simple; los hilos y urdimbres y de trama que se entrecruzan en ángulo recto, dejando pequeñas luces y la tela resultante es semejante al crepé. A este tipo tecnológico pertenece el paño bufanda d ela figura 4-e

  Pasemos a la descripción que hace Rebeca Carrión Cachot de los demás tejidos cuya característica es la siguiente: “El tejido de gasa es el más notable y típico del arte textil del primer periodo; se parece a las telas caladas modernas. Los ejemplares hallados son extraordinarios por los complicados dibujos que ostentan. La peculiaridad de esta técnica consiste, como dice Crawford, en “que pares o grupos de urdimbres vecinas son torcidas juntas, y los cruces asegurados por la inserción de una cogida de trama” que forman las luces del calado. Los dibujos fueron producidos por la combinación o torido cuidadoso de grupos de urdimbres”. Pertenecen a este tipo paños elegantes que semejan cortinas, ornamentados con figuras de felinos y de serpientes entrelazadas como las que aparecen en la figura 2.

  “Hay además, algunas telas que parecen fabricadas a crochet, que semejan encajes y que ostentan igualmente figuras entrelazadas ornamentales generalmente son de lana como ciertos Unkus y bufandas como las que reproducimos en la figura 4 j-h”

  El bordado en los tejidos de las Cavernas ha sido ejecutado mediante un punto semejante a la puntada atrás con un limitado número de hilos de colores y aplicado a telas simples por lo general de algodón blanco. El bordado ha sido empleado para la confección de franjas o bandas angostas que adornan la mayor parte de las prendas de vestir.

  Se verá por las descripciones respectivas, la técnica en cada una de las telas, que para no adulterar en la manera mínima a la autora del trabajo citado, lo vaciamos tal y conforme fue escrito en la Revista Wira Kocha cuyo número ya citamos.

  Abordemos ahora lo que se denomina ornamentación de telas arqueológicas pertenecientes al primer periodo de Paracas, o sean las representaciones, figuras estampadas en las combinaciones de los tejidos, colores y en una palabra, los adornos que forman los motivos artísticos de los mantos.

  Por la forma de la representación de las figuras, su característica en las culturas pisqueñas de Paracas, existe una similitud con las culturas andinas y principalmente con las del Callejón de Huaylas.

  Las figuras que ornamenta los tejidos de las Cavernas son, casi en su totalidad, representaciones estilizadas de gusanos o serpientes, de felinos y de seres humanos.

  Si bien es cierto que la originalidad no es neta en las representaciones.

  Las serpientes no están representadas en su forma real sino convencionalizada. Serpientes bicéfalas, con la piel cubierta de manchas, de cuerpo recto u ondulado, aparecen como elementos accesorios de la ornamentación; individuales como en la figura que adorna la cabeza del ídolo del manto 11-1 3 L y 2 .ao encadenados formando diferentes motivos como los reproducidos en la figura 2 B, c.

  La serpiente manchada y con cabeza triangular semejante a una víbora, aparece generalmente representada con el cuerpo ondulado y dentado, representando más el aspecto de un gusano o de un centípedo. La figura 2 d’dd” tomada del complejo ornamental común en los tejidos de las cavernas, da una idea clara de cómo se representa el motivo gusano; y mediante ella se puede explicar las diversas modificaciones que experimenta al producir los motivos de las figuras e, f, g, h, i.

  En la ornamentación de las telas del periodo de las Cavernas de Paracas se encuentra un proceso de estilización, una variación de la evolución complicadísima a medida de que se observa una acentuada etapa del periodo que le sigue y algo más, que esta complicación tiene su base representativa en una especie de trinidad que tiende a formar el ídolo de este periodo; a la advertencia hipotética del Dr. Tello se llega a una conclusión que se cumple y es; el felino, hombre y serpiente con un sólo espíritu o un solo significado.

  Y efectivamente, Rebeca Carrión Cachot, observa esta representación y las pone de relieve en las figuraciones tales como en 3ª B C D F G H e I.

  Por medio de esta ascensión de la más simple representación hasta la más complicada, se obtiene pues en la última el significado de un solo motivo ornamental, asimismo notándose en su principio de simplicidad a la vez un proceso de inscripción llamado por el Dr. Tello “felinos inscritos” o en general de figuras dobles pero una dentro de la otra.

  La última figura dice Rebeca Carrión Cachot que “es una de las mejores ilustraciones de la manera típica de representar a los ídolos en las culturas de las cavernas”. La figura que ornamenta el manto semejante a las que ornamentan a los paños funerarios pintados procedentes de antiguos cementerios de Supe, a la de un paño funerario de Pachacamac publicado por Uhle, y a la figura de felinos antropomorfizados del Callejón de Huaylas.

  Advierte la doctora Carrión Cachot que los comentarios hechos por ella en la ornamentación de las telas de las Cavernas de Paracas, no son las más importantes y todas las fundamentales, pero el esfuerzo hecho por esta joven arqueóloga émulo de su maestro J.C. Tello, es suficiente para agradecer tan encomiable labor realizada.

  Después de haber hecho mención y estudiado sucesivamente, el material textil, la técnica y la ornamentación o representación en las diversas telas del Periodo de las cavernas de Paracas, pasemos a considerar su uso. ¡Para qué sirvieron? Y si a las apariencias o suposiciones se agrega el empleo actual que aún se ve dar a ciertas prendas de vestir en la sierra, pues abramos dado un paso más sobre tan importante investigación.

  El manto del periodo de las Cavernas, apunta Rebeca Carrión Cachot, consistía en un paño rectangular de 2 metros de largo por 1.30 m. de ancho por término medio, de algodón, de tejido de gasa monocromado, o de tejido doble, bicromado. Generalmente está formado de dos paños largos cosidos. El manto de gasa tiene vistosas ornamentaciones de felinos y serpientes, como el esquemáticamente reproducido en la figura 4ª y dos de sus lados, los menores están ornamentados con figuras geométricas, bordadas con lana negra o bruna, formando una franja de 0.80 m. de ancho. El manto de tejido doble está formado por dos telas de colores contrastados, trabajadas en el mismo telar, cuyas figuras ornamentales son de un color opuesto al otro.

  “La túnica o unku es la prenda de vestir que con mayor facilidad se identifica, del mismo tipo que la túnica incaica denomina unku. S han constatado tres tipos; una larga fig. 4-f de lana, por lo general de color runo, listada y con un largo fleco que reemplaza a las mangas, una más corta y ancha h, cuyo tejido semeja un encaje, de lana con figuras entrelazadas geométricamente; y otra mucho más corta y ancha g. Que unas cubren la parte superior del tronco de tejido tupido de algodón blanco y ornamentada con una trencilla de lana de diversos colores que protegen los bordes y forman dos borlas a los costados.

El turbante o talaría es un paño angosto y largo aproximadamente de dos metros de largo por 0.45 m. de ancho, de textura fina, suelta y transparente como el crepé, ornamentado con franjas laterales angostas, bordadas con hilos de lana de diferentes colores, predominando el negro bruno fig. 4-e.

Este paño se halla unas veces envolviendo la cabeza de los cadáveres a manera de turbante, y otras veces doblada junto con las otras piezas.

La falda consiste en un paño rectangular de 1.50 m. de largo por 0.50 m. de alto destinado a envolver la cintura. Es de algodón blanco, de estructura tupida, deprovista de ornamentación y con dos tiras para amarrar el cuerpo.

También hace mención a las distintas otras piezas de características de indumentaria tal como a la faja y el llauto. Del último existen dos tipos; uno bordado y otro de tejido trenzado, siendo el segundo más elegante ornamentado con figuras de colores vivos ejecutados en el propio tejido cuyos extremos terminan en flecos o pequeñas tiras.

Entre los penúltimos hallazgos se ha encontrado un casco recamado con plumas de diferentes colores fig. 4-d muy semejante a los cascos que usan los guerreros representados en las ceremonias escultóricas Mochicas.

Así dejamos revisado y comentado el periodo de las Cavernas, cuyo conocimiento llena un vacío para los que ignoraban todo ese tesoro que cronológicamente es el más antiguo en la costa peruana y cuyas influencias marcados de un andinismo, están dentro de la hipótesis de las invenciones laterales a estas culturas a simple vista muy alejadas, pero en realidad vinculadas, lo mismo notaremos al ocuparnos del segundo periodo de Paracas y valiéndonos de tan acabados trabajos de la hoy doctora Rebeca Carrión Cachot cuyos estudios no dejan de desear más sobre estos puntos de arqueología pisqueña.



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