CAPÍTULO SEXTO
ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA
I.- EXPEDICIÓN LIBERTADORA
AL MANDO DEL GENERAL SAN MARTÍN
(47).- La expedición
Libertadora al Perú se aprontó de los efectivos del ejército de Chile y
Argentina, cuyo total ascendía a 4,118 hombres: 413 de artillería, 652 de
caballo y 3,053 de infantería.
Esta expedición llegó a la
ensenada de Paracas después de 18 días de navegación.
El detalle de los diversos y tan repetidos sucesos de esta expedición la encontramos en una publicación contemporánea a los hechos (48).
VIVA LA PATRIA.- Gaceta
Ministerial Extraordinaria de Chile N° 14.- Santiago de Chile viernes 10 de
Noviembre de 1820.- El siguiente diario dirigido por uno de los Jefes de
Ejército Libertador a un corresponsal suyo de esta Capital va a presentar al
público un detalle bastante circunstanciado de las operaciones del ejército
desde su salida, hasta su desembarco en Pisco.
Día 6. El tiempo seguía lo
mismo, pero a las 8 de la mañana se levantó una neblina que no dejaba percibir
los buques. A las diez y media se vio el Cabo que llaman de San Nicolás
(conocido como Morro Sama). A las 12 se acercó la Independencia y dijo que
debíamos de dirigir el rumba a Pisco que era lugar donde debíamos de tomar
puerto.
Día 7. El tiempo era el
mismo pero bastante nublado hacia la costa. A las 8 de la mañana se vistó la
punta de lobos. En este punto se hizo señal, para que el convoy navegue al
rumbo que llevaba y reuniéndose la Isabel a la San Martín, pasó Lord Cochrane a
bordo de aquella. A las tres y cuatro llegamos a la boca de la entrada de
Pisco, donde se puso todo el convoy en facha, y la Montemzuma entró al puerto con
bandera americana. A las tres y media se hizo señal para prepararse para anclar; a las tres y tres y cuartos se hizo señal para forzar la vela; a
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(47) “El Terruño” Tomo I - página 129.
(48) “Viva la Patria” Gaceta
Ministerial de Chile N° 14 – Santiago de Chile 10 de noviembre de 1820 – En los
documentos varios de la colección de Soldán, de la Biblioteca Nacional de Lima,
desaparecida.
las cinco y cuatro
se vieron en el puerto tres buques, a los cuales se dirigió la Independencia. A
las seis y media dio fondo el Convoy inmediato a una playa que dista como los
leguas del puerto de Pisco.
Día 8. Al amanecer el General San Martín con el almirante y el Jefe de Estado Mayor se dirigieron a la costa, y después de haberla reconocido saltaron a tierra, enseguida lo verificaron el N° 11 el dos y el 7 con cincuenta granaderos de a caballo sin sufrir la más pequeña oposición, pues cinco hombres que estaban en la orilla huyeron. A las diez se presentó una partida enemiga de caballería compuesta de 80 hombres (49) y se puso en observaciones de las tropas que estaban en tierra, pero luego que nuestra división emprendió marcha, que fue a las tres de la tarde, a las órdenes del Jefe de Estado Mayor, se replegó al pueblo. A las cinco se perdió de vista la división y a esta misma hora dieron vela la O'Higgins y Lautaro; poco después entró el Araucano que faltaba. La independencia tomó en el puerto dos bergantines y un guanero. A las diez y media de la noche entró en el pueblo nuestra división habiéndose retirado los 300 hombres enemigos que habían a distancia de seis leguas, después de haber saqueado el pueblo.
El día 9 a las seis de la
mañana se avistó por la puerta del Puerto El Águila, y fue preciso enviar todas
las lanchas a que la entrasen a remolque, porque no había viento, a las diez de
la mañana se dio orden para que desembarque el resto del ejército a las 11 lo
había verificado el número 8 y la compañía de cazadores del 5, pero el mar
comenzó a picarse de tal modo que fue preciso suspender el desembarque. A las
cinco de la tarde emprendió su marcha el regimiento número 8 y tuvo que acampar
a las siete de la noche por la oscuridad. Una partida del 7, compuesta de siete
soldados y un oficial que había salido el puerto fue cortada por el enemigo
pero saliendo el Teniente cuatro soldados.
Día 10. Al amanecer continuó
el número 8 y entró a Pisco a las 7 de la mañana. El resto del ejército
desembarcó, pero fueron detenidos los regimientos de granaderos y cazadores a
caballo. Al ponerse el sol llegaron los regimientos 4 y 5 y artillería de
Chile. El Capitán Aldao que con 50 granaderos montados habían salido el lugar donde se hallaba el enemigo, regresó
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(49) La Gaceta – 12
setiembre 1820 – Mandaba el Alférez español Ramón Babezas, Manuel Químper se
había retirado a la hacienda Chongos y de allí pasó a la hacienda Bernales,
partiendo de allí a Ica.
a la noche con la noticia que se mantenían en su posición y condujo consigo 50 animales entre los caballos y mulos, 800 carneros y treinta vacas. Algunos negros y paisanos que se presentaron dando noticias que el hacendado Mazo se había retirado con la mayor parte de sus esclavos y que el Conde de Monte Blanco había dado libertad a ciento cincuenta, entregándolos al ejército enemigo. Al ponerse el sol llegaron los granaderos y cazadores que habían quedado en el desembarcadero.
Día 11. Salió del Puerto el
Araucano en busca de la fragata Rosa que aún faltaba, y la Montezuma tomó tres
místicos que venían de Lima.
Día 12. Dos partidas de
granaderos de a caballo de 50 hombres cada una salieron con diferentes destinos
para saber la situación del enemigo, una regresó con la noticia que ya se
habían marchado a Ica, y la otra se mantuvo en la hacienda Caucato. En este día
hubieron muchos negros pasados y algunos paisanos.
Día 13. El regimiento número
5 con treinta granaderos a caballo a las órdenes del Coronel Mayor Arenales
salió a las nueve de la mañana para Caucato, tuvimos en este día algunos negros
y familias pasadas.
Día 14. Salieron las
partidas de granaderos y regresaron trayendo consigo un oficial que conducía
plegos del Virrey para el General San Martín y además 80 reses, 50 caballos y
1000 carneros. A la Oración entró el Araucano con un mastilero roto de resulta de un combate que
tuvo con una corveta que cree sea la Zafiro.
Día 15. A las diez de la
mañana despachó el parlamentario y las partidas de granaderos que salen todos
los días y a las doce avistaron dos buques enemigos, en el momento salió la
escuadra, y a las tres de la tarde estaba fuera de la vista; a las diez de la noche
dio parte un centinela de haber oído cinco cañonazos, hubieron negros y algunos
otros pasados.
Día 16. A las 11 de la
mañana se avistó la fragata Rosa que faltaba del convoy y poco después que la
escuadra notició que los buques se vieron al día anterior eran la fragata
Venganza y la corbeta Sebastiana las que a la merced de la obscuridad de la
noche pudieron escapar. Las partidas se mantuvieron en sus destinos, y por un
vecino de Ica, se supo que las tropas habían abandonado aquel punto y solo
quedaban las milicias.
Día 17. Las fragatas
Argentina y Santa Rosa se armaron en guerra y se puso a más de una batería para
resguardar el convoy porque la escuadra debía salir. Las dos compañías del
número 8 y las de artillería que venían en la Santa Rosa desembarcaron en el
mismo lugar que lo habían verificado las demás tropas y se dio orden de
permanecer allí.
Día 18. Hubieron ciento cincuenta negros pasados, y muchos vecinos; se recibió aviso de haber salido de Lima una división de 350 hombres con dirección a Chincha, lo que dio motivo que a las 2 de la mañana se despachara a las órdenes del Mayor General Arenales que aún permanecía en Caucato.
Día 19. El regimiento número 11 marchó a Caucato al revelar el 5 y el resto de granaderos lo verificó en el mismo día. A las doce salieron para Lima en clase de diputados para tratar con el Virrey, el Primer Ayudante de campo del General, Coronel Guido, el secretario del Gobierno García, y una partida de Cazadores de a caballo. Al ponerse el sol llegó el regimiento número 5 que había sido relevado por el 11.
Día 20. Se recibió de
Chincha una comunicación del General Guido que anunciaba haber llegado aquel
punto un oficial con orden del Virrey Pezuela porque suspendieron en sus tropas
las hostilidades; avisaba también que una división de 2000 hombres al mando del
marques de Villa Umbroso debía reforzar a Ica. A las cuatro de la tarde todos
los buques dieron la vela con el objeto de encontrar a los enemigos que según
noticias estaban sobre la costa; a las diez y 3 cuartos de la noche entraron en
Pisco las compañías del número 8 que habían quedado en el desembarcadero.
Día 21. A las once de la
mañana entró el bergantín Helena María. Hubieron en este día 90 negros pasados;
y a las cinco de la tarde del Estado Mayor pasó revista a la artillería de
Chile números: 5, 3 y 8.
Día 22. El General San
Martín salió para Chincha con el objeto de arreglar aquel punto y poner en
movimiento las tropas que estaban allí. Un oficial de cazadores que se hallaba
a las inmediaciones tomó al enemigo una cantidad de ganado lanar y vacuno, algunos
caballos y dos prisioneros.
Día 23. Hubo una pasado del
enemigo quien dijo que todas las tropas que tenía Valle – Umbroso eran milicias
y patriotas, pero que tenían algún recelo de pasarse porque un cazador nuestro
que había ido al enemigo aseguró que nosotros fusilábamos a los que nos querían
unir.
Día 24. Regresó el General,
los granaderos a caballo de Caucato a situarse a Chincha.
El día 8 de Setiembre, al desembarcar el General San Martín y ocupar Pisco puso en circulación la proclama impresa en la Imprenta ambulante del ejército Libertador, cuyo texto es el siguiente, que transcribimos por creería como un documento de trascendental importancia para el país y no solo para Pisco, puesto que esto significa ser el primero de que tal carácter se publicó al comenzar la época de la Independencia.
El día 8 de Setiembre, al desembarcar el General San Martín y ocupar Pisco puso en circulación la proclama impresa en la Imprenta ambulante del ejército Libertador, cuyo texto es el siguiente, que transcribimos por creería como un documento de trascendental importancia para el país y no solo para Pisco, puesto que esto significa ser el primero de que tal carácter se publicó al comenzar la época de la Independencia.
COMPATRIOTAS:
La nación Española al fin ha
recibió el impulso irresistible de las luces del siglo, ha conocido que sus
leyes eran insuficientes para hacerlas feliz, que sus antiguas instituciones no
podían encontrar garantías contra los abusos de poder. Los españoles han
apelado al último argumento para demostrar sus derechos y convenido el Rey de
su Justicia, ha jurado la Constitución que formaron las Cortes de 1812,
llamando a la administración pública a los mismos que antes habían proscrito
por traidores; la revolución de España es de la misma naturaleza que la
nuestra; ambas tienen libertad por objeto y la opresión por causa.
Yo he sabido después de mi salida de Valparaíso, que el Virrey del Perú, ha mandado también jurar la Constitución y que se ha abolido en Lima el Tribunal del Santo Oficio; los motivos de su libertad han sido análogos a los que tuvo Fernando VII para adoptar aquella reforma aunque con alguna diferencia en su objeto. El Rey juró la Constitución porque no le quedaba a otro arbitrio para salvar su trono, que seguir la tendencia de la voluntad general; el Virrey ha imitado la conducta de su amo, con la esperanza de oponer una barrera al voto de América y evitar que coopereis a su emancipación. Solo los conflictos en que se hallan pueden excusar la injusticia que ha hecho a vuestro discernimiento, persuadiéndose que la Constitución de las Cortes sea capaz de aletarjar vuestra energía y de engañar vuestros deseos el ignora que este error es un nuevo escollo contra sus designios, porque es pasado ya el tiempo en que los americanos vean sin indignación los planes impostores de la política española para perpetuar su dominio sobre un vasto continente que tiene la voluntad y el poder de gobernarse por sus propias leyes.
La América no puede
contemplar la Constitución de las Cortes, sino como un medio fraudulento de
mantener en ella el sistema Colonial, que es imposible conservar más tiempo por
la fuerza. Si este no hubiese sido el designio de los Españoles habrían
establecido el derecho representativo de la América sobre las mismas bases que
el de la Península, y por lo menos sería igual al número de diputados que
nombrase aquella, cuando no fuese mayor, como lo exige la masa de su población
comparada con la de España.
Pero que beneficio podemos
esperar de un Código formado a dos mil leguas sin la intervención de nuestros
representantes, y bajo el influjo del espíritu del partido que la Independencia
de América fue entonces y será siempre el pensamiento que ocupe a los mismos
jefes del partido liberal de España. Aun suponiendo que la Constitución nos
diese una parte igual en el poder legislativo, jamás podríamos influir en el
destino de América, porque nuestra distancia del Centro de impulsión, y las
inmediatas relaciones de la España con los Jefes del departamento Ejecutivo,
darían al Gobierno un carácter parcial que anularía nuestros derechos.
El Virrey Pezuela ha obrado
en esta ocasión por iguales principios que su antecesor Abascal, cuando en 1813
se valió de una reforma que si al fin se verifica, solo producirá ventajas para
los que trazaron su plan, sin consultar la voluntad de América. A más que no
sería la primera vez que se jurase en vano la decantada Constitución de las
Cortes, ni sería extraño que el choque violento de las partidos que abrazan a
la Península, causase al fin el mismo efecto que la ingratitud de Fernando,
cuando volvió al trono cuya conservación había costado tan caro a los
españoles. Este es el menor riesgo a que se halla expuesto el pueblo, donde no
hay un individuo que no tema la relatación de lo pasado, o no esté dispuesto a
ejecutarla.
¡Compatriotas! Vosotros
conocéis por experiencia la verdad de lo que os digo; yo apelo a los hechos, y
someto a vuestro juicio el examen de la sinceridad de los Españoles. El último
Virrey del Perú hace esfuerzos para prolongar su decrépita autoridad halagando
vuestras esperanzas con una constitución extranjera que os defrauda el derecho
representativo en que ella misma se funda y que no tiene la menor analogía con
vuestros intereses. El tiempo de la impostura y del engaño, de la opresión y de
la fuerza está lejos de nosotros; y solo existe en la historia de las
calamidades pasadas. Yo vengo a acabar de poner término a esa época de dolor y
de humillación; este es el voto del ejército Libertador que tengo la gloria de
mandar que me ha acompañado siempre al campo de batalla, ansioso de sellar con
su sangre la libertad del nuevo mundo. Fiad en mi palabra y en la resolución de
los bravos que me siguen así como yo fío en los sentimientos y energía del
pueblo peruano.
Cuartel General del Ejército
Libertador, en Pisco, Setiembre 8 de 1820.- Primer día de la Libertad del Perú.
(Imprenta del Ejército
Libertador)
Y en la misma fecha dirige
el General San Martín a sus soldados esta (50) proclama que a la vez era una
orden del comportamiento que debían observar no de conquistadores sino de
libertadores de los pueblos peruanos, como se verá en cuatro puntos estaban
explicados los castigos correspondientes, era la misión de San Martín infundir
el deber de buenos soldados a sus elementos con los que veía la fe de los otros
americanos oprimidos.
¡Soldados del Ejército
Libertador!
Ya hemos llegado al lugar de
nuestro destino y solo falta que el valor consuma la obra de
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(50) Papeles varios en la
Biblioteca Nacional de Lima, N° 15 (164) Proclama de San Martín.
constancia; pero acordamos que nuestro gran deber no es colonizar a la América,
y que no venís a hacer conquista, sino a libertar los pueblos que han gemido
trescientos años ante el bárbaro derecho. Los peruanos son vuestros hermanos y
amigos; abrazadlos como a tales y respetad sus derechos, como respetáis a los
de los chilenos después de la batalla de Chacabuco.
La ferocidad y la violencia son crímenes que no conocen los soldados de la Libertad y si contra todas mis esperanzas, alguno de los nuestros olvidase de sus deberes, declaro desde ahora que será inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:
1. Todo el que derrame una
gota de sangre o tome por violencia de dos reales para arriba, será pasado por
las armas, previo el proceso verbal que está mandado observar en el ejército.
2. Todo el que derrame una
gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado con pena de talión.
3. Todo insulto contra los
habitantes del país, sean Europeos o Americanos, será castigado con pena de
vida, según gravedad de las circunstancias.
4. Todo exceso que ataque la
moral pública, o las costumbres del país será castigado con los mismos términos
que previene el artículo anterior.
¡Soldados! Acordaos que toda la América os contempla en el momento actual, y que sus grandes esperanzas penden de que acreditéis la humanidad, el coraje y el honor que os han distinguido siempre, donde quiera que los oprimidos han implorado vuestros auxilios contra los opresores. El mundo envía vuestros destinos, si observáis la misma conducta que hasta aquí: pero desgraciado el que quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus compañeros de armas. Yo los castigaré de un modo terrible y desaparecerá de entre nosotros son oprobio e ignominia.
Cuartel General del Ejército
Libertador, en Pisco, Setiembre 8 de 1820. Primer día de la Libertad.
Desde la llegada del
Ejército Libertador en Pisco, el entusiasmo por la Independencia quedó expresado
por la concurrencia de los peruanos a la causa libertadora, fue en ese
histórico pueblo donde se presentaron voluntarios a combatir al lado del
General José de San Martín. (51) Juan José Salas, José María de la Fuente y
Messia, Marques de San Miguel, Dr. Manuel Jorge Bustamante, Isidoro Lorenzo,
Baltazar Caravel, Juan José Loyola, Francisco de Paula Cabrera, Antonio Enalde,
Melchor Nalle, Joaquín Baduales, Manuel Odriozola, Juan de Dios Arnao, Juan
Arnao, Juan Farfán, Santiago Gómez, N. Bernaola, N. Carrasco, Manuel Revilla,
Rafael Lévano, José Santos de Lévano, este último fusilado como patriota en
Tupará en 1823.
Son estos los primeros patriotas que con los soldados se alistaron en Pisco a favor de la sagrada causa de la Independencia.
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(51) Álbum de Ayacucho – por el Capitán de Caballería, José Hipólito Herreza – pág. 181 – Lima 1862 – Incorporados en Pisco al ejército libertador.
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